Kick-Ass. A medio camino entre una cinta de superhéroes, los adolescentes de Kevin Smith y las coreografías de Tarantino, más que digna versión del rompedor cómic de Mark Millar y John Romita Jr., si bien las dosis de mala uva y violencia se han reducido considerablemente, y los cambios de guión respecto al original, son para peor. Un par de ejemplos: que la compañera de clase y objeto del deseo del protagonista sea ex novia de un traficante treintañero resulta poco plausible o que la maleta de Big Daddy y Hit-Girl no aparezca en la película ni con ella su verdadera historia, elimina la crítica más aplastante que contiene toda la serie a quienes se toman los superhéroes demasiado en serio. A nivel visual la traslación de las viñetas es excelente y dejando de lado la batmización del atuendo de Big Daddy o que Red Mist parezca una reina del orgullo gay, el resto son las viñetas del cómic en movimiento. El rediseño del traje de Hit Girl me parece todo un acierto y es una auténtica gozada verla repartiendo leches.
Legión. El punto de partida es curioso: Dios está hasta las narices de la humanidad y decide enviar a sus ángeles para que la aniquile, pero olvidaros de las espectaculares escenas que tan solo leerlo han surgido en vuestra mente. La falta de presupuesto la reduce al consabido esquema de terror serie B: grupo de desconocidos coinciden en un restaurante de carretera y deben enfrentarse a la terrible amenaza. Los intentos por integrar elementos religiosos en la trama de terror/acción solo consiguen llenarla de incoherencias.
El hombre lobo. Remake del clásico de la Universal que devuelve el mito a su época histórica original. Potente a nivel visual, escenas como la del licántropo bebiendo ante el puente de Londres son de las que quedan en la memoria, contiene altas dosis de hemoglobina y vísceras. Se nos cuenta la consabida historia de la maldición, con algunas variaciones para darle emoción al personal, pero sin llegar a ofrecer nada que deje con la sensación que, más allá de la operación comercial, la revisión merecía la pena.